La balsa de cuero de lobo marino es, sin lugar a dudas, uno de los íconos más significativos del pueblo litoral de Atacama y su pasado. Descrita por prácticamente todos los viajeros, navegantes, exploradores, clérigos y funcionarios imperiales y republicanos entre los siglos XVI y XX por su singular y llamativa tecnología.
Los relatos escritos a veces no logran discernir si se trataba de un artefacto humano o de una bestia de las profundidades oceánicas, mientras otros las entienden como una quimera a la vez terrestre y marina, parte humana y parte animal, sin ser artefacto ni naturaleza. Historiadores, antropólogos y arqueólogos han escrito bastante acerca de la balsa y sus tripulantes, en especial relativo a sus usos y funciones, modos y materiales de construcción, estrategias y capacidades de navegación, además de su empleo por más de un milenio desde época preincaica hasta mediados del siglo pasado.
En esta oportunidad, el jueves 10 de enero de 2019, a las 19:00 horas, el arqueólogo Benjamín Ballester Riesco, miembro del equipo de etnología prehistórica de la Universidad de París, quiere plantear una reflexión que se sitúa un poco más allá del objeto balsa, no desde el cuero inflado y las costuras de espina de cactus, sino a partir de las representaciones visuales que distintos sujetos y colectivos humanos realizaron sobre ella a lo largo del último milenio de historia litoral. Examinar las pinturas rupestres, los grabados sobre roca, las miniaturas modeladas, las ilustraciones en grafito, las litografías, los óleos, las acuarelas y las fotografías que tienen como objeto central las balsas de cuero de lobo marino de Atacama, nos permitirá pensar acerca de quienes plasmaron las obras visuales, en especial sobre sus percepciones, experiencias e intereses; pero también en torno a sus referentes, sea la balsa, el paisaje costero, las bahías y puntillas, los pescadores, las mujeres, sus vestimentas, su cultura material, las otras embarcaciones que adornan las escenas, los puertos y las caletas, los cielos despejados y el mar, entre tantos otros elementos de composición elegidos para crear y montar las imágenes.
Las representaciones visuales son obras de gran valor para la construcción del conocimiento acerca de quienes las produjeron, de la realidad a la que refieren y de las mutuas relaciones que existen entre ellas. Sin embargo, como toda fuente histórica de información su lectura no puede ser literal ni directa, ya que nacieron de la mano de sujetos y colectivos cargados de intereses y motivaciones, insertos en contextos y condiciones específicas a su situación social y momento histórico, elementos que necesariamente se verán reflejados de una u otra forma en su obra final. Es esto, no obstante, lo que hace más llamativo su estudio detenido y la reflexión en torno a ellas, porque constituyen una puerta abierta para ingresar hacia aspectos y esferas sociales, culturales y simbólicas que el objeto en sí -en este caso la balsa de cuero de lobo- jamás habría permitido indagar.