Prácticas fumatorias, uso de alucinógenos y la existencia de complejas y extensas redes de intercambio entre los antiguos habitantes costeros del norte de Chile, se abordaron a través de los objetos encontrados en el cementerio prehispánico Vertedero Municipal de Antofagasta.
Ubicado al norte de esa ciudad en la desembocadura de la quebrada La Chimba, el sitio se encontró en 2000 cuando se efectuaban trabajos de remoción de tierra en el noreste del principal basural de la zona.
Este sitio arqueológico se localiza en la costa arreica, donde los cursos de agua son muy escasos o intermitentes por lo que se evaporan o infiltran al suelo sin desembocar en el mar.
La presencia esporádica de vertientes o aguadas justifica la presencia de ocupaciones humanas en un escenario marcado por la aridez.
Los arqueólogos Nancy Montenegro, Julio Cruz e Ivo Kuzmanic y otros trabajadores del Museo participaron de las excavaciones y estudio de las tumbas de 6 adultos y un infante.
Sus ajuares fúnebres estaban compuestos de:
- Vasijas cerámicas de distinto tipo, como botellas y ollas.
- Puntas de proyectil y cuchillos líticos.
- Parafernalia inhalatoria, como tubos, tabletas y contenedores de madera.
- Collares y pulseras de cuentas.
- Pipas, con forma de T invertida en piedra pulida.
- Artefactos sobre hueso.
La identificación de los objetos permitió circunscribir el cementerio al período Formativo costero entre el 1500 a.C. y el 1000 d.C., que se asocia a grupos pescadores cazadores recolectores, quienes articularon una red macrorregional de circulación e intercambio de productos, bienes e ideas gracias a su producción excedentaria.
Cementerios arqueológicos en medio de la ciudad
El hallazgo de sitios arqueológicos como el Vertedero Municipal de Antofagasta y el Estadio Fiscal de Ovalle conlleva desafíos para su protección y estudio, pues están expuestos a los constantes procesos de las transformaciones urbanas.
La presencia de individuos y el carácter de ofrenda de los objetos que los acompañan diferencian a los cementerios de otras ocupaciones.
El paulatino reconocimiento de los derechos de las comunidades indígenas, y el fortalecimiento de su identidad étnica ha originado "un proceso de recuperación de sus tradiciones y valores espirituales, que involucra también los restos humanos de sus antepasados y elementos que integran el patrimonio cultural" (Endere, 2000: 6).
Los museos consideran progresivamente que los cuerpos y sus ajuares requieren un trato respetuoso y reconocen "el genuino interés de las comunidades indígenas respecto de los restos de sus antepasados" (Endere, 2000: 10).
Pueblos originarios han demandado el control sobre su patrimonio como una cuestión de derechos humanos, solicitud que exige nuevas reflexiones y medidas al Estado y los investigadores. Ello ha ocurrido en los siguientes casos:
- Cuerpos humanos retirados del Museo Arqueológico R.P. Gustavo Le Paige, a solicitud de la comunidad Atacameña.
- Programa de repatriación, cuidado y re-entierro de IviTupuna (restos humanos Rapanui), actualmente en museos en el extranjero.
- Conflicto entre científicos y comunidades indígenas por el Hombre de Kennewick, Estados Unidos.
En Chile, los principales instrumentos que regulan estas problemáticas son la Ley de Monumentos Nacionales, la Ley Indígena, y el Convenio Nº 169 sobre Pueblos Indígenas.
Las comunidades científicas se han involucrado en esta discusión, pues las osamentas humanas adquirieron mayor relevancia con el desarrollo de pruebas de ADN y otros estudios.
Las colecciones arqueológicas y bioantropológicas constituyen acervos únicos y no renovables, que no pueden ser completamente reparados si son dañados, lo que implica la pérdida de una importante fuente de conocimiento (Lemp et al., 2008: 90).
Existen distintas modalidades de entierros con ofrendas o ajuares funerarios "que demuestran la habilidad de los artesanos del pasado" (Sepúlveda, 2006: 49) y refieren a la "significación atribuida al difunto, y a la posición que ocupa dentro del universo que reproduce un cementerio" (Thomas y Salazar, 1997: 12).
Análisis y conservación de la colección arqueológica
Las tabletas de madera, pipas y los restos humanos registrados en el cementerio del Vertedero Municipal de Antofagasta se analizaron con herramientas de conservación, arqueología, química y botánica.
Esta variedad de perspectivas permitió una mayor comprensión del modo de vida de los antiguos habitantes de la zona y posibilitó la caracterización de su consumo de alucinógenos y práctica de fumar, así como su movilidad y dieta.
Los complejos alucinógenos inhalatorios se abordaron mediante técnicas de microscopia óptica, histológicas, cromatografía, espectroscopia IR, radiografía y análisis microquímicos (Gili, Espinoza y Villagrán, 2009).
4 materialidades de estos complejos fueron estudiadas:
- Madera de las tabletas.
- Fibras de origen indeterminado, probablemente orgánicas.
- Textiles.
- Polvos blanquecinos, extraídos de la superficie de las tabletas.
En el estudio de las 4 pipas se buscó determinar las sustancias que eran consumidas y su origen, para lo que se emplearon los residuos adheridos a sus tubos para 2 diagnósticos paralelos y complementarios (Carrasco et al., 2015):
- Químico: detección de compuestos presentes en cantidades minúsculas (trazas) en matrices arqueológicas.
- Arqueobotánico: identificación microscópica de microfósiles como indicadores de plantas y macroscópica de semillas, maderas y carbones, para entender la funcionalidad de los artefactos.
Uno de los individuos vestía un turbante, por lo que su cabello se preservó y analizó para evaluar directamente el consumo de tabaco y de otros productos.
Por medio de isótopos estables de carbono y oxígeno se identificó la dieta y ubicación geográfica de los grupos enterrados en el cementerio (Ballester y Clarot, 2014). Muestras de osamentas de 3 cuerpos hallados en el Vertedero se tomaron para este efecto:
- Masculino, juvenil de 21-25 años.
- Femenino, juvenil de 21-25 años.
- Masculino, preadolescente de 8-12 años.